La verdad es que lo elitista y distinguido de este hotel se aleja mucho de esa imagen clásica de “casa embrujada”, aquí no hay paredes desnudas habitadas por telarañas y humedades, no hay salones sombríos ni niebla envolviendo los alrededores de un bosque tenebroso. El Hotel Biltmore está rodeado de piscinas y palmeras en la Florida más paradisíaca… Ahora bien, lo sucedido en el pasado en este escenario, te va a sorprender e incluso a erizar.
¿Preparado/a?
El lujoso hotel Biltmore y sus sombríos inquilinos
Esta construcción imponente se levantó con todos los honores en 1926, de mano de dos figuras de renombre: John McEntee Bowman, y George Merrick.
Su inspiración no podía ser más variopinta y asombrosa, se basaron en
una línea arquitectónica donde mezclar el modernismo con unas lineas
mediterráneas tan sutiles como originales, de hecho, una de las salas
está inspirada en la Giralda de Sevilla. Excentricidad y lujo en cada
rincón de este hotel, donde se reunían las personalidades más destacadas
de la época.
Había 275 habitaciones,
más numerosas suites y salas privadas. Te gustará saber que durante la
Gran Depresión se habilitó todo el piso 13 para llevar, de forma
privada, todo un negocio clandestino de juegos de azar. Era el centro
“VIP” para todos los mafiosos de la época, todo negocio oscuro o
prohibido se hilaba en este piso de número tradicionalmente maldito.
Ya te puedes imaginar qué tipo de historias se sucedieron aquí. Se decía que los mayores jugadores de Nueva York, Thomas Fatty Welch
y su amigo, Arthur Clark, dejaron la ciudad para trasladarse al Hotel
Biltmore para continuar con su negocio. Les fue bien hasta que un
mafioso de renombre llamado Edward Willson, acabó con ellos a balazos.
Tras el crimen, huyó a La Habana.
Otro suceso ocurrido también en el piso 13,
fue el asesinato de una mujer y su amante a manos del marido de ésta,
que los sorprendió a ambos. No lo dudó, descargó su arma con total
impunidad llenando de sangre y humo una de las suites. A día de hoy, el
fantasma de esta mujer se deja ver muy a menudo por las habitaciones de
este piso, con expresión desolada y con varios huecos en su pecho
originados por los disparos.
Los inquilinos que se hospedan en los últimos pisos en el Hotel Biltmore, suelen también comentar muy a menudo, que ven a una mujer muy joven deambulando por las terrazas.
Son muchos los que acaban llamando a recepción alertados por esa
muchacha, que se acerca demasiado a las barandillas, buscando el vacío…
Cuando desde recepción reciben la alarma, no pueden más que sonreírse
ante la manifestación de uno de sus fantasmas más familiares. La de la
madre que se quitó la vida cuando su hijo de tres años, cayó por una de
las terrazas del hotel.
Es interesante saber que durante la Segunda Guerra Mundial, este glamuroso lugar perdió su brillo para convertirse en un hospital militar.
Los lujos se perdieron para ganar en funcionalidad, atendiendo a todos
aquellos heridos que llegaban desde Europa. Fueron muchos los jóvenes
que aquí perdieron la vida, de hecho, hay noches en que algunos
inquilinos se quejan de un extraño olor a linóleo, a sangre y a
desinfectante, que no pueden soportar. Son los vapores del pasado, ecos
de unos años que aún parecen contenerse en el Hotel Biltmore.
Después de la Segunda Guerra Mundial, siguió funcionando durante varios años como Hospital militar, para más tarde, quedar en el olvido y el abandono. A partir de los 80 fue rehabilitado de nuevo, hasta que llegados los 90 acabó siendo nuevamente ese hotel de lujo exquisito que fue durante los años 20. Ahora bien, ni la elegancia ni la ostentación, encubren todas esas sombras del pasado y esas muertes que aquí acontecieron.
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